La mujer en la Colonia
La mujer en la Colonia
A pesar de que durante las primeras décadas del siglo XVI la
corona española estimula la emigración familiar para evitar que los
conquistadores se mezclaran con las nativas para mantener la pureza de sangre y
la garantía de una continuidad cultural, el número de mujeres que llega a
América es escaso, por lo que el mestizaje se produce desde el primer momento.
Las relaciones sexuales interétnicas fueron una constante durante toda la época
colonial.
Según el historiador chileno Luis Vitale, las mujeres
blancas que desembarcan en América, lo hacen con la intención de establecerse y
vincularse a algún conquistador para alcanzar un futuro mejor. Aquellas que no
lo consiguen desempeñan varios oficios, como cocineras, tejedoras, vendedoras,
etc. y según Vitale, un importante número, se convierten en prostitutas.
La mujer tiene la labor de preservar los valores como la
castidad y el honor y éste, está íntimamente ligado a la preservación de la
virginidad que "tenía un doble significado físico y espiritual en la
tradición cristiana, pero también implicaba importantes connotaciones sociales.
Al denotar una condición física, también simbolizaba la castidad y el respeto
de los cánones morales de la iglesia. La virginidad era muy importante dentro
de la política, de los intereses matrimoniales y familiares, en la medida en
que una novia virgen representaba una línea segura de sucesión libre de
indeseables manchas o intrusiones. En tiempos de la Colonia, la doncella era
distinta a la soltera. La primera era virgen, la última, no" .
Pero cuando los conquistadores llegan al Nuevo Mundo, ya
existen comunidades matriarcales, por lo que ese criterio de virginidad en las
mujeres indígenas difiere del de las españolas, para estupor de los cronistas
recién llegados. Silvanus Morley en La civilización maya aduce que "a la
mujer soltera con uno o más hijos ilegítimos no se le hace más difícil
conseguir un compañero que a sus hermanas más virtuosas" en las culturas
mesoamericanas. En el mismo sentido el cronista Fernández de Oviedo en su
Historia general y natural de las Indias, dirá que "En cierta fiesta muy
señalada e de mucha gente [...] es costumbre que las mujeres tienen libertad,
en tanto que dura la fiesta -que es de noche- de sé juntar con quien se lo paga
o a ellas les placen, por principales que sean ellas en sus maridos. E pasada
aquella noche, no hay de por ahí adelante sospecha ni obra del tal cosa, ni se
hace más de una vez en el año [...] ni se sigue castigo ni celo ni otra pena
por ello"
Aunque no se ha encontrado demasiada información acerca de
la representación femenina durante la Conquista, la interacción de la mujer
indígena con la sociedad española permitió que muchas de ellas se convirtieran
en agente mediador entre ambas civilizaciones, logrando además vencer el
anonimato histórico gracias a su actitud rebelde, mujeres que rompen con los
convencionalismos de la época y adquieren notoriedad por actos relevantes, como
es el caso de La Malinche, amante de Hernán Cortés, de Inés Suárez, compañera
del conquistador Pedro de Valdivia, de la cacica Anacaona, que desafía a los
colonizadores en La Española o de la aventurera donostiarra Catalina de Erauso,
"la monja Alférez".
Publicado en el Centro Virtual Cerysntes
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